(( En el resquicio de lo que fue y lo que se aproxima, subyace mi alma, en la bolsa de carne todavía con vida. ))
No hacia frío,
pero siempre era invierno;
la noche como navío sin fin.
La casa, un cementerio,
equipada con tumbas llenas de recuerdos muertos,
un funeral inacabable.
Por fuera,
la Luna destacaba,
relucía las hojas muertas
que rompían contra el viento,
él mismo las hacia bailar a gusto.
Por dentro,
la Luna se derretía,
por las cortinas,
por los pasillos,
por cada miserable rincón;
se veían los fantasmas merodeando la casa,
en el abismo,
recitando plegarias en agonía,
arpegio en sigilo
de una herida voraz.
La Luna se escurría,
con cautela,
atravesando las puertas,
subiendo las escaleras,
llegando al cuarto mas oscuro.
Frente al espejo, un cuerpo,
cargado de venas vacías,
sin sangre corriendo,
un alma enteramente rota.
Azabache como la noche,
en la penumbra estaba,
podría decir que aquello que la Luna mirase,
era una sombra,
en las tinieblas,
un ser tenebroso,
un monstruo de tristeza.
Cuando tenia hambre,
con las uñas,
marcaba el dolor -su dolor-, compacto,
y lo fileteaba,
luego lo mezclaba con sus penas y lo condimentaba con duda, remordimiento... Lo que fuese mas concluyente,
lo ponía en el fuego y cuando estaba listo se sentaba a comer.
Uno diría que se consumía a si mismo, parte por parte.
Y si tenia sed, de beber tenia acumulado sus frascos de lágrimas.
… ¡Y brindaba! ¡Soledad, querida! Siempre fuiste mi mejor compañía …
Pero ya era tiempo de concluir, si, ya era tiempo...
En la oscuridad y la neblina,
el guardián venia a buscarlo,
le extendía su mano,
en un susurro le daba la bienvenida,
la Diosa aguardaba para darle su gentil abrazo.
Y ya era tiempo
…
No quedaba nada ya, un callejón que tenia como corazón, destruido, deshabitado,
los latidos eran ecos en el silencio, un grito mudo, un grito de salvación. Ya estaba decidido...
Todo es invierno aquí y todo este frio, quema.
Mis fantasmas por inercia en vano recitaban plegarias dañadas...
Que volvieras,
que cruces la puerta y verte allí,
que tu cielo arrase con todo mi infierno
y permanezca lo sublime que solo con vos obtengo,
que toda esta ruina se transforme,
en aquello que era nuestro hogar,
que el silencio no sea parte,
que el desierto se llene de vos y me ilumine
que la cicatriz ya no duela,
que con tus besos me cure.
Pero todo es ilusión, todo es recuerdo...
Ella se fue, y jamás regreso,
me dejo, solo y sin amor,
desde este lado puedo ver todo,
y no lo puedo tocar,
se escapa por mis dedos el humo de la tempestad.
Y por ultima vez sintió, que ya era tiempo...
Sin dudar extendió su mano y dijo que si,
y se dejo acariciar,
y se quedo a dormir.
sábado, 5 de agosto de 2017
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